Reflexiones para tí.

Jesús no es Demagogo

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Juan 6:66, 67.

Jesús no te hace promesas falsas o halagüeñas, con tal de atraerte, conquistarte y retenerte en su reino. Porque Jesús te ama, le interesa tu bienestar terrenal. Él quisiera que siempre tuvieras un buen trabajo; anhela que no seas explotado, que tengas una economía suficiente para vivir decentemente, que tengas salud, que puedas gozar del amor de una buena pareja, que formes una hermosa familia, que tus hijos sean sanos y felices.

Pero sabe que todo eso es imposible de manera absoluta en esta vida terrenal, porque todavía no estamos en el paraíso. Estamos en un planeta en rebelión, y la causa última de todos nuestros males no son los problemas políticos, económicos, sociales y culturales. En última instancia, él sabe que el problema del hombre es un problema espiritual, cuyo término que lo designa no goza hoy de mucha popularidad. Se llama, simplemente, pecado.

Pedro, que si bien es cierto muchas veces se había equivocado, y no siempre entendía bien a Jesús, contesta la pregunta de Jesús con las siguientes maravillosas palabras: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:69). No creemos en ti solamente por la sensación del “show milagroso” que tantas veces hemos visto, o porque contigo tengamos el pan garantizado.

Creemos en ti porque nos has demostrado tu carácter divino; porque un amor como el tuyo, una bondad tan sublime y un mensaje tan lleno de vida eterna únicamente pueden provenir del Mesías, del Enviado del Cielo, de Dios hecho hombre. Y no hay otra cosa en la Tierra, ni persona alguna, que pueda satisfacer el hambre y la sed de nuestra alma como lo haces tú. Por eso, no importa lo que pase en esta vida terrenal, nos quedamos contigo, aquí en esta vida, independientemente de las circunstancias: con hambre o con frío; con soledad o con opresión; con injusticia social o con enfermedad; con sufrimiento o con muerte. Y queremos quedarnos contigo no solo en esta vida, sino sobre todo seguirte, acompañarte y estar contigo por la eternidad.

¿Lo quieres tú también?

 Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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