Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella. Mateo 26:10-13.

En esta cena, María hace todo lo contrario de lo que se espera de una mujer “decente” de su tiempo. Se mete donde no debe y, en un acto de “excesiva” confianza, derrama perfume en público sobre la cabeza y los pies de un varón, quien, además, es un maestro religioso; llora sobre los pies de ese hombre y ¡los besa!

María parece exhibir, en todo su comportamiento, resabios de su vida pecaminosa anterior, expresiones culturales de su vida liberal antes de conocer a Jesús. Su trato con Jesús, aun cuando su intención fuera buena, estaba “contaminado” con elementos propios de su conducta pecaminosa pasada.

Pero aquí está el dictamen de quien alguna vez será el Juez del universo: Jesús, que es consciente de la escena y de todo el comportamiento de María, alza su voz por encima del murmullo de la multitud, y sale en defensa de la pobre María, con las contundentes palabras de nuestro texto de reflexión para hoy: “¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra”.

¡Cuán maravilloso es el amor de Jesús! El Salvador toma esa obra de María, “contaminada” probablemente por los elementos culturales de su anterior vida de pecado, llena de faltas a la moral corriente de sus días, y delante de toda esa gente allí reunida la califica como una “buena obra”. Y Jesús honra a María no solo delante de aquellos comensales, sino también delante de todos los cristianos, de todas las épocas, para decir que ella, con ese acto, ayudó a preparar su cuerpo para la sepultura, y que este incidente debía ser contado por los cristianos, a lo largo de toda la historia del cristianismo, para honrar la memoria de María.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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